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10º Informe Nacional de Trabajo Decente. Colombia 2006-2016.

Apenas dos décadas después de que uno de los profetas del sueño neoliberal, Francis Fukuyama, pronosticara el fin de la historia y el triunfo del capitalismo, la desigualdad, en lugar de erradicarse, ha subido significativamente en el planeta.

La desigualdad es un concepto relacional que expresa la existencia de “distintas oportunidades en el acceso, posesión, control y disfrute de recursos y poder, derivadas de diferentes condiciones, contextos y trayectorias” (Antón, 2015).

Es preocupante la inequidad en la distribución del ingreso en el país, una de las más altas del planeta. Para el año 2014, según el Banco Mundial, Colombia sobresalía como el país más desigual de América Latina (con un Gini de 0,535). Paraguay le sigue y Brasil está en tercer puesto. En 2016 el coeficiente de Gini en Colombia fue 0,517.

Llama la atención que la desigualdad social en Colombia no haya mejorado significativamente en la última década, cuando las tasas de crecimiento promedio fueron altas, rondaron el 4% del PIB anual. El Banco Mundial considera a Colombia país de ingresos medios altos, ya que su Ingreso Nacional Bruto per cápita se ubica entre 3,95 y 12,23 dólares. Pero esta categorización pasa por alto las enormes segmentaciones dentro de la población ocupada.

En las Jornadas Mundiales de Trabajo Decente, la Escuela Nacional Sindical-ENS- presenta su X Informe cuyo objetivo es relacionar este concepto de desigualdad con las realidades del trabajo en Colombia, desde diversas perspectivas y dimensiones que componen el trabajo decente. Así mismo, en este se ratifica la necesidad de propiciar transformaciones profundas en estructuras y relaciones laborales todavía marcadas por la precariedad, la incertidumbre de los trabajadores, así como fuertes manifestaciones de desigualdad, discriminación y amenazas o presiones a quienes ejercen su derecho de sindicalizarse.

Según el seguimiento hecho por la ENS de los últimos 10 años, en el mundo laboral del país persisten los mismos problemas estructurales que obstaculizan el camino hacia una sociedad más igualitaria: tasas de desempleo en niveles superiores al promedio de la región, elevada informalidad laboral, menor proporción de los asalariados en el total de ocupados, mayor participación del empleo cuenta propia (autoempleo) y el trabajo temporal; y un empleo cada vez más concentrado en el sector de los servicios.

Como muestra el informe persiste el déficit y falta mucho camino por recorrer para alcanzar condiciones de trabajo decente en las que se genere empleo estable y productivo, disminuya la desigualdad, cese la persecución contra los trabajadores que buscan mejorar sus condiciones de trabajo sindicalizándose y el Estado tenga la capacidad de proteger los derechos de la población que trabaja.

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